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TERAPIA PSICOANALÍTICA
Los tratamientos psicoanalíticos están basados en un método específico para el abordaje del sufrimiento psíquico. Se trata de alternativas terapéuticas coherentes con una conceptualización psicoanalítica de la salud mental, del aparato psíquico y de sus posibilidades de modificación. A diferencia de otras terapias que se centran en el alivio de los síntomas o se limitan al logro de cambios parciales en el comportamiento, el psicoanálisis considera que los efectos terapéuticos pueden resultar efímeros si no son consecuencia de una serie de transformaciones internas, que pueden ser de mayor o menor alcance, pero que solo se pueden llevar a cabo gracias a un trabajo psíquico de elaboración y descubrimiento de uno mismo. El psicoanálisis ofrece la posibilidad de realizar una revisión extensa de la personalidad y llegar a consolidar cambios estables en el funcionamiento mental y relacional. Esta tarea implica un nivel de compromiso con uno mismo que cada persona ha de poder valorar, y que incluye tanto cuestiones económicas y de tiempo (ya que la frecuencia de las sesiones contribuye a la profundidad de la exploración no teniendo relación directa con la patología del caso), como el propio deseo de curación, la curiosidad por el conocimiento de uno mismo y el tipo de padecimiento psíquico. Atendiendo a la singularidad de cada caso se decidirá entre una serie de factores, como el número de sesiones, la utilización del diván, o el trabajo cara a cara, y se pactarán las condiciones en que se realizará el tratamiento.
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Cientificidad del Psicoanálisis
* Este texto es un extracto de diversas comunicaciones públicas escritas por la Comisión de Comunicación y Relaciones con los Medios de la Asociación Psicoanalítica de Madrid en relación con el carácter científico del psicoanálisis.
El psicoanálisis, como disciplina y marco teórico para la comprensión del malestar psicológico, así como de los trastornos mentales y los de manifestación psicosomática, está amplia y sólidamente reconocido en los ámbitos universitarios y clínicos europeos, estadounidenses, canadienses, australianos e iberoamericanos, donde se estudia no sólo la obra de Freud -que fue el iniciador de un movimiento de pensamiento que sigue en pleno desarrollo y transformación- sino también la de sus epígonos, aquellos que han enriquecido y ampliado el pensamiento freudiano tanto desde la conformidad, como desde la discrepancia. El psicoanálisis no es una teoría cerrada, el propio Freud modificó a lo largo de su vida algunos de sus postulados iniciales, y afortunadamente, el inmenso número de estudiosos del psicoanálisis y de psicoanalistas que ejercen en todo el mundo, siguen contribuyendo al desarrollo y aplicación de la teoría, no como en la Viena de 1900, sino atendiendo a las circunstancias de la sociedad global del siglo XXI.
Los últimos hallazgos de las neurociencias, nos informan de la llamada plasticidad neuronal, descubrimiento que viene a rebatir la vieja teoría de una red neuronal no sujeta a cambios ni modificaciones y que desde la teorización que hace Antonio Damasio1 sobre los "marcadores somáticos", sabemos que la experiencia emocional, deja una huella en la red neuronal y sus conexiones sinápticas. Es decir, la neurona puede modificar sus contactos con otras neuronas (sinapsis) llegando a modificar su estructura e incluso la organización cerebral, tema sobre el cual Boris Cyrulnik2, ha escrito múltiples trabajos, siendo este neurólogo, psiquiatra y psicoanalista la primera persona en interesarse por el fenómeno de la resiliencia. Estas huellas inscritas en la red sináptica, determinarán también la relación del sujeto con el mundo externo3
Freud ya habló de esto en 1895 en su trabajo Proyecto de una psicología para neurólogos4 lo llamó "primera huella psíquica o signo de percepción" que es lo que las neurociencias definen actualmente como "huella sináptica"5.
La idea de que la experiencia deja una huella (mnémica) es también un principio de la teoría psicoanalítica, y el encuentro entre un psicoanalista y su paciente, en el marco y encuadre del proceso emocional intenso, que posibilita el acceso a los contenidos inconscientes de la psique, da lugar a que la palabra del analista sea una auténtica experiencia emocional psicoterapéutica, que permite al paciente adentrarse en su mundo interno y poder llegar al origen del conflicto causante de su angustia, malestar, y/o cuadro clínico. Fue el propio Freud quien cuando, interrogado en su tiempo sobre la utilidad del psicoanálisis, emitió la siguiente respuesta: "permite salir de la miseria neurótica a la infelicidad humana corriente".
Consideramos que la aportación más importante del psicoanálisis a las ciencias del psiquismo, especialmente a la psiquiatría, es la puesta a disposición de los profesionales, suficientemente formados, de un método científico de conocimiento de la mente y de tratamiento de sus enfermedades. La condición científica del psicoanálisis ha sido motivo de interés, al menos desde los años 50 del siglo XX (Hartmann)6. Recientemente, las técnicas de neuroimagen cerebral han venido a confirmar lo que, miles de horas de observación clínica, hacían pensar a los psicoanalistas: su técnica producía cambios permanentes, o muy duraderos, en el funcionamiento mental de los pacientes y ello debería manifestarse en su cerebro. Si bien Freud tenía como base del psicoanálisis el funcionamiento de la mente inconsciente, hoy, -disciplinas tan alejadas de su ciencia, como la neurofisiología-no dejan duda sobre dicho funcionamiento. Así, podemos verlo en los escritos de Wong7, Etkin8 y Augusto9 entre otros. El inconsciente puede demostrarse por métodos neurocientíficos como han hecho Ramachandran y Blakeslee10aportando pruebas neurológicas de la existencia de la represión freudiana, en un estudio de pacientes con anosognosia. Además, Kaplan-Solms11 y Solms12 recogen, cómo Bisiach13, y Ramachandran14, demostraron por métodos exclusivamente neurológicos, un fenómeno equivalente a la represión en enfermos de "síndrome de negligencia".
El profesor de Neurología Clínica en el Albert Einstein College N.Y, el Dr. Oliver Sacks, también conocido como divulgador científico, se apoyó en Freud en sus consideraciones sobre la afasia15 y volviendo a citar a Damasio, en su obra fundamental, El error de Descartes16, remite en numerosas ocasiones al Dr. Freud como referente de sus bases teóricas.
La gran vitalidad de que gozan actualmente la práctica y el pensamiento psicoanalítico en nuestro país se ve expresada en el importante número, que continúa siendo creciente, de profesionales de orientación psicoanalítica que trabajan tanto en los Servicios de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud, como en consultas y entidades privadas, en la atención psicoterapéutica a casos individuales (adultos, adolescentes y niños), familias, grupos y parejas.
La teoría psicoanalítica, más de un siglo después de sus orígenes, sigue siendo de gran utilidad para entender el funcionamiento mental y el sufrimiento humano, así como para dar una respuesta clínica a las diferentes patologías que vemos en consulta.
Por lo que respecta a investigaciones sobre «la eficacia de la psicoterapia psicodinámica», existen diferentes estudios que concluyen positivamente sobre dicha efectividad de la terapia psicoanalítica. Valga como ejemplo el artículo Jonathan Shedler17 donde demuestra que: «el efecto de la terapia psicodinámica es tan amplio como el de otras terapias que se han catalogado activamente como "validadas empíricamente" o "basadas en la evidencia" y asimismo, los pacientes que han recibido terapia psicodinámica siguen obteniendo beneficios terapéuticos y siguen mejorando una vez finalizado el tratamiento».
Por su parte, Eric Kandel, premio Nobel de Medicina en 2000, afirma que: "El psicoanálisis todavía representa el más coherente e intelectualmente satisfactorio punto de vista sobre la mente"18
Comisión de Comunicación y Relación con los Medios formada por: J. Javier Fernández Soriano, Patricia Morandini Roth y Mayte Muñoz Guillén.
Coordinadora: Teresa Aguilar Ortuño
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